Abogados y abogadas
Durante mis veintisiete años como abogado, de los cuales veintiuno he sido abogado probonista, he podido ser testigo del incalculable valor social, comunitario y profesional que tiene la profesión de la abogacía. Crecí, jurídicamente, en una clase togada cuyos miembros se destacaban plenamente en todas las instancias de la sociedad puertorriqueña. Graciany Miranda Marchand, Sarah Torres Peralta, Carlos Noriega, Joaquín Monserrate Matienzo, Luis F. Camacho (QEPD), entre otros titanes del derecho del País, daban lo mejor de sus vidas a la profesión, a sus clientes, en fin, a todo Puerto Rico.
Me desarrollé profesionalmente en una época en dónde recién se estrenaba el Programa PROBONO, dándole al ciudadano desamparado protección y consejo legal gratuito. Actualmente dicho Programa cuenta con más de 4,000 abogados y abogadas voluntarias alrededor de la Isla, quiénes dan servicio gratuito a los pobres de la Nación. Quisiera saber qué otra profesión cuenta con un programa similar, con profesionales de primera mano ofrendando sus horas y recursos de manera gratuita. Fui abogado de la Sociedad para la Asistencia Legal, y puede constatar el compromiso de cientos de abogadas y abogados que pudiendo estar en la práctica privada llevan años en SAL defendiendo a quienes no tienen recursos para defenderse en casos criminales. Como miembro de la Junta de Directores de Servicios Legales también fui testigo del compromiso de los abogados y abogadas de esa oficina quienes dan servicios gratuitos a personas en casos de familia y de menores. No existe otra profesión que haga voluntariamente lo que la nuestra realiza para lograr el acceso pleno a la justicia.
En pleno Siglo XXI, también hemos sido testigos de una nueva generación de abogados y abogadas jóvenes comprometidos con un mejor sistema de justicia y con lograr el acceso a ella por todos los sectores del País. Los y las jóvenes abogados y abogadas, probonistas todos, que se echaron sobre sus hombros la defensa de la comunidad de Villa del Sol, de los estudiantes de la Luis Hernaiz de Canóvanas, y de los estudiantes universitarios de la UPR durante la huelga estudiantil del 2010, son un ejemplo de que la tradición del jurista puertorriqueño, que comenzó con la defensa de los pobres en aquel 1840 mediante la fundación de nuestro Colegio, sigue incólume.
En esta Semana del Abogado y la Abogada, agradezco a los maestros y maestras que me dirigieron en la profesión durante estos veintisiete años. A la nueva estirpe de juristas que recién se encuentran en el ruedo de la profesión, que día a día defienden los derechos de sus clientes, con o sin ser remunerados, pero con la misma vehemencia de siempre, mis respetos y admiración por continuar promoviendo esta exclusiva clase de abogados y abogadas que solo da nuestro Puerto Rico. La difícil situación económica por la que atraviesa todo el País, hace aún más admirable el compromiso de este nuevo linaje de juristas puertorriqueños y puertorriqueñas, quiénes muchas veces colocan, no tan solo su conocimiento, sino sus propios recursos a disposición del más necesitado.
MI ADMIRACIÓN ETERNA.
¡FELIZ SEMANA DEL ABOGADO Y LA ABOGADA!
Hoy, 23 de junio de 2014, en San Juan, Puerto Rico.
MARK ANTHONY BIMBELA
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